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Carta de Adviento – 2020
El rostro de Jesús: el rostro de Dios y de toda la humanidad
 
Oficina de la Familia Vicenciana
 500 East Chelten Avenue, Philadelphia, PA 19144, USA+1 (215) 715-3984 VFO@famvin.org famvin.org
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Roma, 20 de noviembre de 2020Queridos hermanos y hermanas,El año 2020, marcado por tanto sufrimiento, angustia y miedo y el pronóstico de un enor-me aumento de la pobreza en el mundo, principalmente a causa del COVID-19, toca a su fin. El horizonte del nuevo año 2021 se abre ante nosotros.En la actual situación de angustia, como en todos los momentos de nuestra vida que están acompañados de sufrimientos en diferentes grados de intensidad, hay Alguien que vive en nosotros, cuyo Espíritu llega a cada rincón de nuestro ser. Él siempre está con nosotros, allí donde vayamos, hagamos lo que hagamos, en cada segundo de la jornada, esperando mani-festarse cuando le dejamos hacer. Siempre está dispuesto a darnos la esperanza allí donde no hay esperanza, la paz allí donde no hay paz, sentido allí donde no hay sentido, una fe renovada allí donde nuestra fe se ha tambaleado, el amor allí donde el odio se apodera de nosotros. Su nombre es Jesús.Sabemos que la persona de Jesús está en el corazón de la identidad de Vicente de Paúl como místico de la Caridad, en el corazón de la espiritualidad y del carisma vicenciano. Jesús es nues-tra razón de ser y la persona cuya manera de pensar, de sentir, de hablar y de actuar se convierte en nuestro objetivo en la vida, por lo tanto, su cercanía a los que sufren es el modelo de vida de Vicente y de aquellos que le siguen. No desviándose nunca de las situaciones de sufrimiento ni de aquellos que han sido heridos, Vicente vio a Jesús en los pobres y a los pobres en Jesús:
«No hemos de considerar a un pobre campesino o a una pobre mujer según su aspecto ex-terior, ni según la impresión de su espíritu, dado que con frecuencia no tienen ni la figura ni el espíritu de las personas educadas, pues son vulgares y groseros. Pero dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre… ¡Dios mío! ¡Qué hermoso sería ver a los pobres, considerándo-los en Dios y en el aprecio en que los tuvo Jesucristo!»
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Para ayudarnos a profundizar en la presencia de Jesús en quien está desfigurado, este Ad- viento quisiera proponer una meditación sobre el icono del Salvador de Zvenigorod a partir de las reflexiones del Padre Henri Nouwen. Andrei Rublev creó el icono, que también es llamado «El Artesano de paz», en la Rusia del siglo XV. El icono se había perdido, pero fue encontrado en 1918 en una granja, cerca de la catedral de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María en la ciudad de Zvenigorod, en Rusia. Su encanto original y la perfección detallada del trabajo del autor se han perdido; de hecho, fue encontrado en un estado de deterioro muy importante, dañado y en ruinas. Henri Nouwen, en su meditación sobre el icono, evoca el estado terrible en el que fue en-contrado.
«Cuando vi el icono por primera vez, tuve claramente el sentimiento de que el rostro de Cristo aparecía en medio de un gran caos. Un rostro triste pero siempre hermoso nos mira a través de las ruinas del mundo… Para mí, este santo rostro expresa la profundidad de
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SVP XI/4, 725 ; 165, extracto de una conferencia, «Sobre el espíritu de fe».
 
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la inmensa compasión de Dios en el corazón de nuestro mundo cada vez más violento. A lo largo de muchos siglos de destrucción y de guerra, el rostro del Verbo encarnado ha ha-blado de la misericordia de Dios, nos ha recordado la imagen a partir de la cual nosotros hemos sido creados y nos ha llamado a la conversión. En efecto, es el rostro del Artesano de paz»
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Es precisamente el estado actual del icono del Salvador de Zvenigorod, el rostro estropeado y desfigurado de Jesús, el que yo quisiera proponer para la meditación de Adviento de este año. Adjunto la imagen del icono, que les invito a poner ante ustedes como medio de entrar más profundamente en la reflexión y la contemplación.
Meditación sobre el icono del Salvador de Zvenigorod
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Contemplar el rostro de Jesús, es contemplar el rostro de Dios y de toda la humanidad.
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¿Qué es lo que veo?
a) Veo una imagen muy dañada.b) Al mismo tiempo, veo el rostro humano más tierno.c) Veo unos ojos que penetran el corazón de Dios, así como el corazón de cada ser humano.
a) Ver una imagen dañada
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El hermoso rostro de Jesús nos mira a través de las ruinas de nuestro mundo.
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Él pregunta: «¿Qué has hecho del trabajo de mis manos?»
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El icono expresa la profunda compasión de Dios en medio de nuestro mundo violento.
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Esto nos recuerda la imagen a partir de la que hemos sido creados y nos llama a la conversión.
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Es el rostro de un Artesano de la paz.
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«Donde hay paz, allí está Dios»
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Al mirar esta imagen dañada, oímos una llamada: «Venid a mí todos los que estáis can-sados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mateo 11, 28-29).
b) Ver el rostro humano más tierno
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El rostro magníco de Jesús emerge de las ruinas.
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 Nos damos cuenta de que Jesús nos mira directamente.
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Jesús nos ve y nos mira directamente a los ojos.
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Esto puede recordarnos el encuentro de Jesús y Pedro después de las negaciones de este último. «… el Señor, volviéndose, le dirigió una mirada a Pedro, y Pedro se acor-dó de la palabra que el Señor le había dicho» (Lc 22, 61).
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 Nouwen, Henri.
 Behold the Beauty of the Lord: Praying with Icons
 [Mirad la belleza del Señor: orar con iconos], Ave Maria Press, 2007, páginas 68 y 70.
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SVP IX/1, 249; conferencia 27, «Sobre la práctica del respeto mutuo y de la mansedumbre».

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